Musique et Philosophie

¡Victoria!

Un ambiguo suplicio que
 yerra de nuevo,
un lamento confuso 
que zarpa, escuálido, 
por los trópicos de la pena...
Rotas, las velas frágiles, vacilan,
en un paisaje frío y desolado.

Las manos sangran.
El cielo plomizo alumbra y hiere
—la carne y la memoria—
como tempestades brumosas
que adornan la esperanza
de un vago arcoíris...

Yo el navío de acero
yo el vagabundo,
el orgulloso blasfemo,
el dios y el ensueño,
el cisne y el cuervo,
he de perecer, ahora,
en este mar de plomo.

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