¡A la Vita!

¡Haced de la vida un majestuoso derroche!

Vagabundos y errantes, con oficio y sin oficio,
(¡Mejor con oficio!)
Con dolor y júbilo, con amor y desdén,
y con no muchos libros sino selectos,
música, música para un orgulloso vivir…

Y así venid a mi viña donde se fragua el viento
y, el perfume de rosas que pulula hirviente…
donde la longevidad aguarda
en dilatado tiempo!
Todo lo que se bulle en el ensueño:
el rito de mis venas sangrantes,
los viajes a otros reinos y el dolor póstumo,
la grácil silueta de una teoría,
los besos sobre la pluma y, mi semen que
jamás se disolverá sobre cuerpo muerto
¡Vida, vida, vida, más vida imploro yo!

Cada canción que se teje
con hilos risueños y de viento
de rayo, de sátira, ¡de iluso revolucionar!
Bajo el arroyo salvaje y el pecho
como la mar de la indigencia,
de corazón abierto y franco
para que arrogante vibre en acordes,

entre la pintura deslucida de aquellos…
De aquellos trastes rústicos del burgués puro
donde el anfibio moderno no tiene cabida,
donde el anfibio reseca su piel y muere.

¡Ay! ¡El anfibio de las lecciones sobre estética,
queja amarga y real me parecen — señor Hegel!
¡Complicidad y certeza me parecen... 
Pero de las galerías de muertos
que veo en mi silencioso paso
extraigo el hedor de sus coágulos
y los transmuto lirios…
Los trasmuto robles y nelumbos…
¡Como una sinfonía anti-burguesa!
¡Mi sinfonía apassionata en clave vita!